Les comparto una popular historia sobre lo absurdo de seguir tradiciones ciegamente.
La historia ilustra cómo a menudo seguimos tradiciones o hábitos sin entender la razón detrás de ellos. Al hacer esto, podemos perpetuar prácticas innecesarias o ineficientes simplemente porque "así se ha hecho siempre". Es un recordatorio para cuestionar y entender el porqué de las cosas, especialmente en un contexto más amplio como la política, la gestión empresarial o incluso en nuestras vidas diarias.
Esta anécdota es utilizada frecuentemente en ámbitos educativos y empresariales para fomentar el pensamiento crítico y la innovación, cuestionando las prácticas establecidas y buscando mejoras basadas en metodologías científicas y creativas en lugar de la tradición ciega.
1. Ceguera a las Tradiciones Políticas
En la política puertorriqueña, hay una tendencia a seguir las líneas partidistas tradicionales sin cuestionar su relevancia o efectividad en el contexto actual. Muchos votantes y políticos siguen apoyando a los mismos partidos (Partido Nuevo Progresista y Partido Popular Democrático) simplemente porque "siempre ha sido así en mi familia", sin analizar críticamente las políticas o el desempeño de estos partidos.
El miedo a cuestionar y cambiar tradiciones puede llevar a una resistencia al cambio necesario. Esto se manifiesta en la reluctancia a considerar nuevas alternativas políticas que buscan introducir reformas y soluciones a problemas persistentes.
La adherencia ciega a las tradiciones partidistas puede impedir la implementación de políticas innovadoras que podrían beneficiar a Puerto Rico. Por ejemplo, en lugar de evaluar objetivamente propuestas nuevas sobre energía renovable, salud universal o educación, las decisiones se toman basándose en lo que los partidos tradicionales han promovido históricamente.
La continuidad de ciertas tradiciones políticas también puede incentivar la corrupción y el nepotismo. Siguiendo ciegamente las estructuras de poder establecidas, se mantienen en posiciones de influencia a individuos que no necesariamente actúan en el mejor interés del pueblo, sino que promueven un sistema que beneficia a unos pocos.
En Puerto Rico, hay medios de comunicación que han jugado un papel clave en la perpetuación del status quo al alinearse históricamente con los partidos tradicionales, como el Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Popular Democrático (PPD). Una de las tácticas más recurrentes ha sido etiquetar a los movimientos de oposición, como el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) o el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), de "comunistas" o "socialistas", utilizando esta retórica como una herramienta de política del miedo.
Esta estrategia se remonta a décadas anteriores, particularmente durante la Guerra Fría, cuando el término "comunista" adquiría una connotación profundamente negativa. Los partidos dominantes aprovecharon este estigma para desacreditar a los grupos que proponían cambios estructurales o un enfoque alternativo al estatus colonial de la isla, vinculándolos falsamente con ideologías comunistas para instigar temor en la población. Este discurso sigue presente hoy, donde medios comprados o influenciados por estos partidos continúan empleando estas etiquetas para manipular la opinión pública y desviar el debate de propuestas de reforma política y económica.
Al igual que en la historia del jamón, donde la práctica de cortar los extremos del jamón era innecesaria, los ataques y la manipulación mediática son tácticas que perpetúan un ciclo de desinformación y control. Es necesario que las personas investiguen, cuestionen y busquen la verdad para romper con estas tradiciones perjudiciales y avanzar hacia una sociedad más informada y justa.